Cada vez son más las organizaciones que apuestan por el coaching empresarial para desarrollar de manera efectiva el potencial de un equipo de trabajo, sin embargo es la relación entre el coach y el coachee la que determina el éxito del proceso. Entre los beneficios generados por esta filosofía destacan: el desarrollo de habilidades de liderazgo, creatividad, resolución de problemas, comunicación efectiva y gestión del cambio.
Tomar las riendas de su vida, estar despierto y atento para descubrir, es la mejor actitud para entrar en un proceso de coaching.
El coaching trata de liberar el máximo potencial de las personas, contribuye a mejorar su rendimiento desde el aprendizaje al evolucionar, encontrar un mundo pleno de nuevas oportunidades y tomar acción para ir detrás de su objetivo y/o sueño. Es el aprendizaje transformacional que nos permite conocer el ser que somos y a partir de allí transformarnos voluntariamente en el ser que queremos llegar a ser.
Muchas personas no conocen su potencial y a través de un proceso de coaching descubren su capacidad. Aquello de lo que no somos conscientes, no somos responsables. En un entrenamiento de coaching conseguimos que cada persona sea consciente de sus capacidades, limitaciones y fortalezas, descubriendo que todo lo que se proponga lo puede desarrollar desde su voluntad para la acción.
El primer contacto entre un coach y su coachee determinará el éxito del proceso de coaching, ya que el tipo de rapport creado entre ambas personas definirá el grado de confianza. El éxito de un buen coach está en su capacidad de fluir con el proceso y el coachee, de romper sus propias paradigmas, de pensar fuera de la caja, utilizar su creatividad al aplicar las herramientas aprendidas, pero sobre todo en cada momento dejar el coachee ser el protagonista. Aprovechar lo emergente del grupo durante un teamcoaching, teniendo en cuenta los objetivos del equipo a lograr, para que los participantes tomen conciencia de su comportamiento mostrado durante el ejercicio y de cómo lo puedan relacionar con su día a día. De allí ayudan las preguntas del coach para convertir lo aprendido en un plan de acción, en un compromiso hacia un cambio de comportamientos de aquí para adelante.
Los principales retos que se les presentan a las empresas ya no residen en las personas ni en las partes, sino en las interfaces y las relaciones interpersonales, los equipos, las funciones y las diferentes necesidades de los grupos de interés. Casi todo el coaching está dirigido a las personas, al desarrollo personal del líder, sin embargo donde puede marcar una diferencia significativa es mediante el apoyo y desarrollo de los equipos, ya que la mayoría de los problemas se encuentran en la relación del equipo consigo mismo. De allí es importante hacer el diagnóstico e introducir “Teamcoaching” o “Coaching de equipos” dónde las sesiones se realizan con todo el equipo y terminan en reflexiones con planes de acción individuales.
Durante este trabajo con todo el equipo es importante concienciar sobre la problemática que está ocurriendo. El darse cuenta, dejar que hagan sus propias conclusiones en base de lo vivido durante el ejercicio. Allí se visualiza el valor añadido del aprendizaje experiencial: los participantes cuentan lo que han sentido y vivido durante la dinámica, después lo relacionan con la vida diaria laboral y ciertas competencias (a través de preguntas adecuadas) y por ende ellos mismos cuentan cómo van a aplicar lo aprendido en su trabajo a partir de ahora y en adelante. Al dejarles hablar, ya que salga lo vivido y aprendido de su propia boca, allí se encuentra el primer paso para darse cuenta, tomar responsabilidad y posteriormente poder crear el compromiso hacia un cambio de comportamientos.
El coaching se destaca en que es la única herramienta que ayuda en forma efectiva a cerrar la brecha entre lo que sabemos y lo que realmente hacemos. Es decir, la brecha entre el conocimiento y la acción.
Los ejecutivos y líderes de las organizaciones son generalmente personas con un alto nivel de estudios y experiencia que aun así se pueden encontrar con barreras que limitan sus resultados. Muchas veces la empresa encuentra que estas brechas no se cierran por medio de más capacitación, porque el problema no necesariamente se deriva de que al líder le falte conocimiento. Entonces se requiere algo más efectivo y allí es donde entra el coach, quien se convierte en el aliado del líder para cerrar estas brechas y conducirlo a un desempeño superior.
El coach necesita ciertas habilidades para lograr un buen proceso de acompañamiento. Entre las más importantes se encuentran: escucha activa, silenciar el diálogo interno, estar consciente de sus propias creencias y estar presente para poder escuchar con todo su ser.
Algunos expertos coaches certificados por ICF (International Coach Federation) indican como su secreto: “Marcarse nuevos límites, nuevos retos, salir de su zona de confort, en otras palabras saltar a una nueva dimensión”, “estar en el Aquí y el Ahora”, “no dar consejos”, “un profundo respeto por el ser humano que tengo frente a mí, independiente de su cargo, experiencia o madurez.” “Siento un auténtico agradecimiento cada vez que un profesional me entrega su confianza para que le acompañe a alcanzar sus sueños.”
Entre los beneficios del coaching podemos mencionar: desarrollo de competencias blandas como habilidades de liderazgo, creatividad, resolución de problemas, gestión del cambio, toma de decisiones, comunicación efectiva. Mejora el rendimiento del personal y crea un compromiso mayor. Facilita la motivación y el entusiasmo de los colaboradores. También fortalece el clima laboral ya que crece un mayor respeto entre los colaborados y disminuyen los conflictos internos. Construye equipos de alto desempeño y refuerza la autoestima de las personas.
Estas características hacen que una interacción uno a uno con un coach ejecutivo pueda proporcionar un enfoque que ninguna otra forma de apoyo en la organización puede dar. Una de las ventajas del coaching ejecutivo es poder desarrollar líderes en el contexto de su trabajo actual, sin sacarlos de las responsabilidades de su día a día. Es la gran diferencia con la capacitación o entrenamiento: Detterman and Sternberg1 concluyeron que 86% de la capacitación no se transfirió de la clase al lugar de trabajo. De ahí que cada vez son más las organizaciones que usan el coaching ejecutivo como una parte integral de sus programas para desarrollo del liderazgo directivo.
El coaching como estrategia gerencial, va más allá de sólo hallazgos de cualidades individuales, su función debe tener un enfoque sistémico organizacional que se orienta hacia la formación del personal. El coaching, como estrategia de gestión o modelo de dirección, tiene como objetivo fundamental desarrollar el potencial de las personas, de forma metódica, estructurada y eficaz, orientada a obtener la perfecta adecuación y desarrollo del potencial humano en las funciones y tareas fundamentales asignadas.
El coaching está enfocado a evidenciar qué son las diferencias entre las personas la energía vital que conduce a las organizaciones a situarse en lugares donde nunca ninguna han estado.
Podemos concluir entonces que el coaching no es una técnica, sino una filosofía de vida empresarial y personal. Está basado en el aprendizaje transformacional y forma parte de una cultura de empresa caracterizada por el aprendizaje en equipo, el liderazgo, la valoración de los talentos, la promoción de la creatividad y la innovación, la resiliencia, la auto-organización, la sinergia y la valoración de las personas que conforman la empresa.
Todos los involucrados tienen que tener como ambición lograr un sistema integral, coherente, continuo, día a día, para el desarrollo de los talentos individuales de las personas en el trabajo, conectado con la medición del desempeño individual, con los resultados del equipo y la pasión por la excelencia. Solo de esta manera tanto la empresa como los colaboradores de manera individual apreciarán el proceso de coaching como un crecimiento.
Escribe:
Tessa Brijs
Directora de Ikarus
Ejecutiva y consultora de RRHH